UNA INGENIERA QUECHUA FUE DISTINGUIDA INTERNACIONALMENTE POR SU LABOR

Sociedad 26 de abril de 2022 Por Agostina Morales
La profesional supo rescatar del olvido a la "cañahua" un cultivo de alto valor nutritivo desarrollado por los pueblos originarios en tiempos prehispánicos. Hoy la producen y comercializan 1.500 familias.
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Mujer, ingeniera agrónoma, boliviana, quechua, Trigidia Jiménez es dueña de saberes científicos y ancestrales. Cuando ella decidió empezar a estudiar la cañahua, solo era utilizada para autoconsumo y hoy, gracias a su labor de una década, más de 1.500 familias la producen y comercializan. Por eso, fue reconocida como una de las “Líderes de la Ruralidad” de las Américas por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) que reconoce a personas que dejan huella en el campo, trabajando para garantizar la seguridad alimentaria y resguardando la biodiversidad.

Trigidia proviene de una familia boliviana de agricultores. De niña se crió en el campo, en la comunidad de Chaupi Molino, en Chuquisaca, hasta que su padre se tuvo que ir a trabajar como minero a Oruro debido a que no podían vender el trigo que producían. A los 18 años, desafiando todos los prejuicios, decidió estudiar ingeniería agronómica. Allí, cursando la carrera en la ciudad, conoció a su marido con el que tuvo cuatro hijos y ambos se desempeñaron en distintos trabajos en la función pública y en consultorías.

Pero a los 45, decidió volver a la ruralidad para reencontrarse con sus raíces. “Me di cuenta que quería estar en contacto con la tierra. No quería seguir con un trabajo de escritorio”, cuenta. Fue entonces cuando su suegro le contó sobre el cultivo y el valor nutritivo de la cañahua. Junto a su familia, Trigidia decidió mudarse al campo, y comenzaron la construcción de la granja Samiri en el municipio andino de Toledo, donde empezó cultivando apenas una hectárea de cañahua y hoy trabaja sobre 80. Más allá de su conocimiento como ingeniera agrónoma, era imprescindible rescatar el conocimiento ancestral. “Nos propusimos ser los primeros productores para comercialización de Bolivia. Nos pusimos objetivos a diez años y durante los primeros cinco solo invertimos construyendo la granja paso a paso”, recuerda.

En Samiri logró identificar cuatro variedades de las cuales ya registró dos y están liberadas para la comercialización. También consiguió mejorar los rendimientos, pasando de 7 quintales por hectárea a 22. Actualmente, la cañahua se comercializa en presentaciones de pito (harina con azúcar y especies), harina, pipocas (palomitas), barras energéticas, api (bebida caliente), sopas instantáneas, galletas y cup cakes.

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