Paz o presión: los movimientos de Donald Trump después del mea culpa de Volodimir Zelenski

InternacionalesEl miércoles Por Prensa
Tras el enfrentamiento en la Casa Blanca y la suspensión de ayuda militar, el futuro de Ucrania depende de las decisiones del presidente estadounidense.
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El enfrentamiento entre Donald Trump y Volodímir Zelenski en la Casa Blanca el pasado viernes marcó un punto de inflexión en la relación entre Estados Unidos y Ucrania. Lo que debía ser una reunión para firmar un acuerdo sobre minerales y avanzar hacia un cese al fuego con Rusia se transformó en un escándalo diplomático de proporciones.

Zelenski, con su discurso bélico y su resistencia a las propuestas de Trump, dejó plantado al presidente estadounidense, quien reaccionó cortando toda la ayuda militar a Kiev —según informes de prensa no confirmados oficialmente— y dejando el acuerdo en el limbo.

Sin embargo, apenas unos días después, el martes, Zelenski dio un giro radical: pidió disculpas y afirmó estar dispuesto a firmar el pacto. La pregunta que resuena ahora en los pasillos de Washington, Kiev y Moscú es clara: ¿y ahora qué hará Trump?

El episodio en la Casa Blanca fue un reflejo de las tensiones acumuladas entre ambos líderes. Trump, quien había calificado a Zelenski de “dictador” semanas antes y lo acusó de “no estar listo para la paz” tras la reunión fallida, parecía dispuesto a dar un portazo definitivo a la relación con Ucrania.

En su cuenta de Truth Social, en la misma convulsionada jornada del 28 de febrero, escribió: “He determinado que el presidente Zelenski no está listo para la paz si América está involucrada. Puede volver cuando esté listo”.

Zelenski, por su parte, había insistido en que cualquier cese al fuego debía incluir garantías de seguridad para evitar una nueva agresión rusa. Esta postura chocó con la visión de Trump de priorizar un acuerdo económico sobre minerales —valuado inicialmente en 500 mil millones de dólares— como primer paso hacia la estabilidad.

Pero el martes, Zelenski cambió el tono. En un mensaje publicado en X, escribió: “Me gustaría reiterar el compromiso de Ucrania con la paz. Ninguno de nosotros quiere una guerra sin fin. Ucrania está lista para sentarse a la mesa de negociaciones lo antes posible para acercar una paz duradera. Nadie quiere la paz más que los ucranianos. Mi equipo y yo estamos listos para trabajar bajo el firme liderazgo del presidente Trump para lograr una paz duradera”.

El guiño a Trump fue evidente. “Estamos dispuestos a trabajar con rapidez para poner fin a la guerra”, indicó proponiendo inclusive como primeros pasos la liberación de prisioneros y una tregua en el cielo en el mar “de inmediato, si Rusia hace lo mismo”. “Después queremos avanzar muy rápidamente en todas las etapas siguientes y trabajar con los EE.UU. para llegar a un acuerdo final sólido”, escribió.

“Recordamos el momento en que las cosas cambiaron cuando el presidente Trump le proporcionó a Ucrania los misiles Javelins. Estamos agradecidos por ello”, agregó.

Posteriormente, vino su mea culpa: “Nuestra reunión en Washington, en la Casa Blanca, el viernes, no salió como se esperaba. Es lamentable que haya sucedido así. Es hora de corregir las cosas. Nos gustaría que la cooperación y la comunicación futuras fueran constructivas”.

Horas después, en una carta enviada al presidente estadounidense y leída por este en su discurso ante el Congreso esa misma noche, Zelenski reforzó su mensaje agradeciendo “cuánto ha hecho América para ayudar a Ucrania a mantener su soberanía e independencia” y afirmando que “respecto al acuerdo sobre minerales y seguridad, Ucrania está lista para firmarlo en cualquier momento que sea conveniente para usted”.

Trump, en su alocución, mostró un tono sorprendentemente conciliador. “Hoy temprano recibí una carta importante del presidente Zelenski de Ucrania. (…) Aprecio que me haya enviado esta carta”, dijo, antes de citar al líder ucraniano.

Luego añadió: “Al mismo tiempo, hemos tenido discusiones serias con Rusia y hemos recibido fuertes señales de que ellos también están listos para la paz”.

Sin embargo, no especificó cómo planea avanzar ni dio detalles sobre el futuro del acuerdo de minerales o las negociaciones con Moscú. ¿Fue este un gesto calculado para mantener a Zelenski en la cuerda floja o una señal genuina de apertura?

El recule de Zelenski no fue casual. Según reportes de medios estadounidenses como The Washington Post y Axios, la decisión de Trump de suspender toda la ayuda militar a Ucrania —aunque nunca confirmada oficialmente por la Casa Blanca— habría sido el detonante.

El día anterior, el domingo, tras una cumbre en Londres con líderes europeos como el primer ministro británico Keir Starmer y el presidente francés Emmanuel Macron, Zelenski recibió un mensaje contundente: el apoyo europeo, aunque firme, no bastará para contener la ofensiva rusa sin el respaldo de Estados Unidos. Starmer anunció un paquete de 1.600 millones de libras en misiles para Ucrania, pero dejó en claro que “el liderazgo de Europa necesita el respaldo estadounidense para un plan de paz”.

Mientras tanto, Rusia sigue avanzando en el Donbás. El Ministerio de Defensa ucraniano reportó el martes que las fuerzas de Putin controlan ya el 20% del territorio nacional, con un ritmo de conquista que no se detiene.

Entonces, ¿qué llevó a Zelenski a dar marcha atrás? ¿Fue el miedo a quedarse solo frente a un enemigo implacable o la presión de sus aliados europeos para recomponer la relación con Washington? ¿O ambas cosas?

Lo cierto es que el líder ucraniano parece haber entendido una realidad inescapable: Joe Biden ya no está en la Casa Blanca. Con Trump al mando, las reglas del juego han cambiado. El presidente estadounidense no solo ha mostrado disposición a dialogar con Vladimir Putin —con quien habló por teléfono a principios de febrero— sino que ha dejado claro que no enviará tropas ni ofrecerá garantías de seguridad explícitas a Ucrania, delegando esa responsabilidad a Europa.

“La verdadera garantía de seguridad es darle a los americanos un interés económico en Ucrania. Si hay empresas y trabajadores estadounidenses operando allí, Rusia no se animará a atacar, porque sabe que un conflicto directo con intereses americanos tendría consecuencias enormes”, comentó al respecto el vicepresidente JD Vance en una entrevista con Fox News el lunes sobre el acuerdo de minerales propuesta por el líder del movimiento MAGA como primer paso para el cese el fuego.

Desde el lado ruso, el avance militar no se detiene, pero las palabras de Trump en el Congreso sugieren que Moscú podría estar dispuesto a negociar. ¿Es esto una mera interpretación optimista del dirigente republicano o una realidad que se está gestando en conversaciones confidenciales, como las que diplomáticos estadounidenses y rusos mantuvieron en Arabia Saudita y Turquía?

Si Trump logra firmar el acuerdo de minerales con Ucrania y avanzar en un cese al fuego con Rusia, podría posicionarse como el arquitecto de una paz que hasta no hace mucho tiempo parecía improbable.

Pero los detalles brillan por su ausencia. ¿Qué pedirá Putin a cambio? ¿Aceptará Ucrania ceder territorio o recursos estratégicos? ¿Y cómo se garantizará que el acuerdo no sea papel mojado?

Zelenski se dio cuenta, quizás tarde, que con Trump no se juega. El presidente estadounidense, fiel a su estilo impredecible, pareciera decidido a no rendirse en su objetivo de quedar en la historia como un “pacificador”, tal como lo expresó en una conferencia de prensa el 27 de febrero: “Quiero que la historia me recuerde como el hombre que trajo la paz”.

Mientras Rusia avanza y Europa contiene el aliento, el próximo movimiento de Trump definirá no solo el destino de Ucrania, sino el equilibrio de poder en un mundo cada vez más incierto. Ahora, él tiene las cartas, y el reloj no para de correr.

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