¿Los entrenamientos con calor son más efectivos?
Para algunas personas, transpirar durante una clase de ejercicio intensamente caliente puede rozar la experiencia espiritual. Para otros, un estudio a altas temperaturas simplemente ofrece un alivio del gélido clima invernal.
No todos los entrenamientos a altas temperaturas son iguales: las clases de Bikram yoga suelen ser de 40 grados Celsius con un 40 por ciento de humedad, mientras que otras clases a altas temperaturas pueden oscilar entre unos acogedores 26 grados Celsius y unos abrasadores 51 grados Celsius. Y aunque el yoga caliente es quizá el ejercicio con calor más conocido, también son populares el pilates caliente y las clases calientes de entrenamiento en intervalos de alta intensidad.
Quienes creen en estos entrenamientos afirman que subir la temperatura puede aumentar tu flexibilidad, mejorar tu salud cardiaca o incluso ayudarte a sudar supuestas toxinas.
Algunos estudios pequeños sugieren que aplicar calor directamente a los músculos, por ejemplo con una almohadilla térmica, puede aumentar la flexibilidad y la amplitud de movimiento. Estirarse en una habitación caliente puede tener efectos similares, aunque las investigaciones al respecto son limitadas.
Los vasos sanguíneos se dilatan con el calor, lo que les permite llevar más oxígeno y sangre a los músculos y tendones. Esto puede ayudar a aflojar los músculos y hacerte más flexible, dijo Kelsey Bourbeau, fisióloga del ejercicio de la Universidad del Norte de Iowa.
Pero en un estudio -financiado por una organización sin ánimo de lucro dedicada a promover los beneficios del yoga para la salud- los adultos que hicieron yoga caliente o yoga frío tres veces por semana durante 12 semanas experimentaron mejoras similares en su salud vascular, lo que sugiere que hacer ejercicio a cualquiera de las dos temperaturas era igualmente beneficioso.
Como también sudarás más de lo habitual durante el ejercicio a altas temperaturas, el entrenamiento puede parecer más intenso, ya que tu cuerpo lucha por enfriarse. También es probable que tu frecuencia cardiaca sea más alta de lo usual, pero eso no significa necesariamente que tu cuerpo haya gastado más energía durante el entrenamiento, dijo Stacy Hunter, fisióloga del ejercicio de la Universidad Estatal de Texas.
Algunas investigaciones sugieren que cuando los atletas de resistencia, como los corredores y los ciclistas, entrenan constantemente con calor, sus cuerpos empiezan a adaptarse a las temperaturas más altas sudando más y reduciendo su frecuencia cardiaca. También producen más hemoglobina, una proteína que ayuda a transportar oxígeno a los músculos, lo que puede colaborar a mejorar su velocidad tanto en ambientes calurosos como templados.
Algunos entusiastas de los entrenamientos a altas temperaturas afirman que el sudor extra puede transportar las toxinas fuera del cuerpo. Se trata de una “creencia popular pero engañosa”, dijo Bourbeau.
El hígado, los riñones y el bazo procesan cualquier sustancia química tóxica a la que hayas estado expuesto, y aunque el aumento del flujo sanguíneo durante el ejercicio podría teóricamente ayudar a acelerar el proceso, la cantidad de toxinas que se encuentran en el sudor es insignificante.