Hoy 27 de febrero se realizará la gala de entrega de los galardones de 2023, con Lionel Messi como candidato a obtener el premio más importante por segunda vez en su carrera.

Instaurados en 2016 con el objetivo de ensombrecer al Balón de Oro de France Football, los premios The Best esconden detrás de escena una batalla económica y empresarial entre la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) y la poderosa editorial francesa que tiene a cargo la publicación de France Football, una de las revistas deportivas más prestigiosas del planeta.

Se sabe que la FIFA es, además de máximo organismo del fútbol, una verdadera empresa multinacional que cuida muy bien sus negocios. Trata de que nada se escape de sus dominios y busca aprovechar económicamente la pasión que despierta el fútbol en hombres y mujeres de todo el planeta.

Uno de los nichos que la entidad tenía desaprovechado era la entrega de premios a los mejores de cada año. En 1991 había instaurado el FIFA World Player (jugador del mundo FIFA), pero la distinción pasaba inadvertida y no concentraba la atención de los aficionados.

Entonces hubo un golpe de timón para enderezar la cuestión. El premio futbolístico que acaparaba el interés mundial por entonces era, exclusivamente, el Balón de Oro de la revista especializada France Football. La FIFA, entonces bajo la conducción de Joseph Blatter, firmó un acuerdo con la editorial en 2009, estableciendo una alianza comercial. Desde el año siguiente, entregarían juntos el Balón de Oro FIFA.

Durante seis años esa unión estuvo vigente, pero la relación entre la Federación y la empresa editorial se resquebrajó y los desacuerdos comerciales tornaban imposible la continuidad. En 2016, la FIFA quedó sola nuevamente.

Este cambio coincidió además con la llegada de Gianni Infantino a la entidad futbolística: el suizo asumió en febrero de ese año para tomar el cargo del interino Issa Hayatou, quien se había hecho cargo del organismo después de la explosión del FIFA Gate que hizo volar por los aires a Blatter y a su gran socio en la UEFA, Michel Platini.

Tenían que volver al mercado de premios nuevamente y sabían que no podían reflotar el FIFA World Player, porque nunca había sido aceptado por el público. Les preocupaba que el nombre Balón de Oro era una marca ya instalada y conocida por los fanáticos del fútbol. La editorial le sacó el acrónimo FIFA del nombre y la vida del galardón continuó exitosamente como hasta antes de la alianza.