CENSO EN EL ÚLTIMO RINCÓN DEL PAÍS

Locales 18 de mayo de 2022 Por Betina Almada
La pequeña población indígena El Lipeo está enclavada dentro del Parque Nacional Baritú, en medio de las yungas. Si bien pertenece a la provincia de Salta, está aislada del resto del país. Viven apenas 10 familias. Solo es posible llegar después de tres horas de ruta por Bolivia.
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Todos en este pequeño paraje esperaban a los censistas este sábado, unos días antes del feriado del 18. En todas las zonas rurales del país el Censo 2022 arrancó diez días antes del día oficial, por razones obvias de accesibilidad. En el territorio comprendido dentro del departamento de Santa Victoria se repartieron la zona en seis radios donde trabajan 50 voluntarios, entre guardaparques, docentes y referentes de la comunidad.

“El operativo del Censo 2022 se anticipó en las áreas rurales y en algunos Parques comenzamos el domingo 8 de mayo. Es un hecho de vital importancia, ya que contaremos con una mayor información estadística sobre las poblaciones establecidas en las áreas protegidas y sus zonas de amortiguamiento”, detalla desde Buenos Aires el presidente de la Administración de Parques Nacionales, Lautaro Erratchú.

Los equipos territoriales de la Administración de Parques Nacionales comenzaron los trabajos de relevamiento del Censo Nacional de población, hogares y viviendas como parte de un convenio firmado con el INDEC de cooperación, asistencia técnica e intercambio de información para elaborar estadísticas entre ambos organismos. Entre las áreas protegidas que prestan colaboración en el Censo están los parques nacionales Los Alerces, Lanín, Nahuel Huapi, Calilegua, Los Cardones, Iberá, Pre Delta, Baritú y la Reserva Nacional El Nogalar de Los Toldos.

No hay manera de entrar por tierra argentina a las poblaciones de Los Toldos, El Lipeo, El Condado o Baritú si no es después de bordear el río Bermejo dentro del territorio del Estado Plurinacional de Bolivia, sobre su imponente ruta Panamericana, durante más de 100 kilómetros de caminos de altura, selva y túneles.

En El Lipeo, cinco horas de vehículo después de atravesar el paso fronterizo de Aguas Blancas/Bermejo (cerrado todavía por la pandemia), Clemente, Elio, Mariana y Roberto vienen a censar unas diez viviendas habitadas, espaciadas en la serranía, bajo el monte.

Se estima que viven menos de 100 personas en todo El Lipeo. Son en su mayoría hombres y mujeres de más de 60, hay nueve niños y un docente permanente, el director de la escuela rural 4156, Eliseo Chambi, entregado desde 2003 a la educación pública con la voluntad de un monje, a pesar de que cada año tiene menos alumnos y que su esposa, enfermera, vive en Orán.

El yaguareté es un animal en peligro de extinción, se cree que en esta zona de las yungas del Baritú conviven unos 100 felinos de esta especie, además del puma.

La presencia del yaguareté, símbolo máximo de la vida silvestre de las yungas, el mayor felino de América, es un hecho en las huellas que deja al pasar (los machos suelen caminar hasta 100 kilómetros en un día) o se experimenta por ausencia. No la propia, sino la del ganado que él se devora, como el buen superpredador que es. “Una vez me encontré con uno cruzando el río. Frenó a unos 30 metros mío. Se quedó mirándome un rato, yo a él, y se dio vuelta y se fue”, relata Clemente.

El censo marcará probablemente un descenso de la población de El Lipeo pero un crecimiento en Los Toldos. El aspecto social evidencia una merma de habitantes como consecuencia de la falta de trabajo. La cantidad de alumnos que tiene Chambi es contundente: cuando llegó, en 2003, los alumnos eran 52.

“Pero los jóvenes no se quedan porque no hay trabajo y emigran. O se van por estudios. Hay muchos profesionales que ya no vuelven. Hay enfermeros, docentes, gendarmes, policías”, explica el director de la escuela. Los fines de semana el director de la escuela incluso puede hacer de enfermero. De lunes a viernes un profesional de la salud atiende a los habitantes de El Lipeo, pero sábado y domingo sube hasta Los Toldos.

“Yo me fui a estudiar la secundaria. Acá no hay trabajo ni posibilidades”, comenta Mariana Figueroa. Pedro recuerda el último censo. “Fue hace mucho”, dice, no sabe precisar qué año. Nieves, directamente, no tiene registro de lo que pasó en 2010. El tiempo pasa de formas misteriosas en este pueblo metido en las yungas.

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