La estadounidense Simone Biles volvió a la barra con una gran ovación en el pabellón Bercy y no defraudó a los espectadores. La atleta de 27 años había abandonado los escenarios olímpicos después de sufrir en Tokio 2020 un problema de salud mental.

Sin embargo, tres años después, la considerada una de las mejores atletas de la historia, se lució en la ronda clasificatoria por equipos, con una rutina de campeona que le valió 14,733 puntos.
 
Con el dorsal 391, vestida con un maillot negro con destellos de plata, Biles entró al aparato y no tuvo ni una duda en todo el ejercicio: clavó las piruetas, enlazó los elementos con seguridad e hizo una salida perfecta, con doble mortal hacia atrás.

Si bien asustó al equipo y los presentes por abandonar brevemente la competencia para hacerse atender con la doctora del equipo, Marcia Faustin, regresó poco tiempo después y pasó varios minutos sentada y observando a sus compañeras de equipo.

En las cámaras, se la escuchó decir que sintió algunas molestias en el tobillo, pero luego pisó con la pierna vendada y no dio síntomas de dolor cuando comenzó a sonar Ready for It de Taylor Swift y su rutina, la más dura del mundo, fue sólida.