La renuncia sorprendió por repentina y por escueta. Diego Guerendiain, jefe de Gabinete del Ministerio de Justicia que había desembarcado junto a Mariano Cúneo Libarona en diciembre pasado, al comienzo de la gestión, adujo motivos personales para alejarse del cargo, sensible dentro de la estructura de la cartera. Fue el desenlace de fricciones previas que escalaron hasta la Casa Rosada y sentenciaron su destino. Su reemplazo está "in péctore" con alguien que viene desempeñando funciones. Nadie externo. Lo efectivizará Cúneo Libarona al regreso de su viaje a Viena, donde en el marco de una reunión de Naciones Unidas fue a exponer la reforma judicial que plantea el Gobierno de Javier Milei.

Desconfianza en alineamiento y hasta algunas desprolijidades administrativas pusieron a Guerendiain en la mira de quienes auditan la gestión del Gobierno desde su interior. Hasta las miradas se dirigieron hacia ciertas "operaciones" que dicen haber detectado, pero que no individualizan. Sí hay una gestualidad que excede el cambio el cambio en la cartera y podría trasladarse al resto de la administración: "no hay lugar para los autónomos; los funcionarios deben ser funcionales a lo que el Presidente dice, que expresa el cambio que votó la sociedad", deslizan en el entorno libertario. Esa máxima forma parte del monitoreo constante que realiza el poderoso asesor presidencial Santiago Caputo.

Más agilidad, más línea y mayores avances. Así se plantea la génesis de un movimiento singular porque impacta en un hombre de máxima confianza de Cúneo Libarona, del que debió desprenderse. Guerendiain había sido el encargado de la transición con el gobierno saliente, apenas el abogado penalista había sido nominado para encabezar Justicia por parte de Milei.