EN 2023 SE REPARTIERON $40 MIL MILLONES A COMEDORES Y AHORA DESCUBRIERON QUE MÁS DE MIL NO EXISTEN

Sociedad 05 de abril de 2024 Por Prensa
Más de la mitad de los centros comunitarios relevados aparecían en los registros oficiales, pero eran baldíos o casas particulares. La comida que se recibía era administrada por organizaciones políticas y movimientos sociales.
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“Acá nunca funcionó ningún comedor”: la respuesta se repite en distintas casas particulares de barrios vulnerables repartidos por todo el conurbano bonaerense. La Matanza, Quilmes, Berazategui, Ezeiza, Moreno y José C. Paz son algunos de los municipios que concentran la mayor cantidad de estos comedores y merenderos fantasma.

Los datos surgen de un relevamiento realizado por la Secretaría de Niñez y Familia, en la órbita del Ministerio de Capital Humano. En el Registro Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios (Renacom) figuraban, hasta 2023, más de 40 mil centros en todo el país. Sin embargo, menos de 5 mil cumplían “todos los requisitos de inscripción” y fueron dados de alta para recibir asistencia alimentaria del Estado.

El año pasado, los desembolsos de la ahora readaptada área de Desarrollo Social en licitaciones de compras de alimentos para esos comedores superaron los $40 mil millones. Sin embargo, la sorpresa apareció al momento de auditar esos gastos en 2168 espacios: el 54% no existía.

En una recorrida que hizo Telenoche se encontraron todo tipo de casos. Desde direcciones inexistentes o teléfonos de contacto que no corresponden a los titulares del lugar hasta viejos comedores que llevan años sin abrir, pero que seguían en la lista de beneficiarios habituales.

Hay zonas específicas en las que se acumulan los falsos centros comunitarios con distancias mínimas entre sí. Un ejemplo concreto: en Bernal, a metros de la populosa Villa Itatí, apenas cien metros separan a “Tejiendo Redes de Inclusión” y “Soplo de Vida”, sobre la calle Los Andes. Una de las ubicaciones ni siquiera aparece entre la numeración de la cuadra y los vecinos confirman que en esa ahí nunca hubo nada. La otra es la casa de Roberto, un desempleado que no se demora en pensar lo bien que le vendría hoy un comedor en su barrio.

Los alimentos que compraba el Ministerio eran repartidos en puntos de almacenamiento oficiales y desde ahí se trasladaban a los galpones de las distintas organizaciones. La cantidad a repartir dependía de dos elementos: cuántos comedores tenían que suministrar y cuántos comensales se acercaban a cada uno. En última instancia, los referentes zonales decidían lo que correspondía por lugar.

Hoy, en la Libertad Avanza definen aquel modelo como “discrecional y extorsionador” y se trazaron como objetivo central de gestión en este rubro la “eliminación de los intermediarios”. Fue, de hecho, una de las promesas de campaña de Javier Milei. Y el mismo planteo hizo la ministra Sandra Pettovello en sus escasas participaciones públicas.

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