LOS PAÍSES BAJOS CIERRAN SUS CÁRCELES POR FALTA DE DELINCUENTES

Internacionales 23 de enero de 2024 Por Prensa
Contrariamente a la mayor parte de los países europeos, los Países Bajos registran un descenso de su población carcelaria, hasta el punto de que, actualmente, alquilan celdas a Bélgica y a Noruega.
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Contrariamente a la mayor parte de los países europeos, los Países Bajos registran un descenso de su población carcelaria, hasta el punto de que, actualmente, alquilan celdas a Bélgica y a Noruega. Las causas se encuentran en una política de reinserción eficaz, en penas cortas, en sanciones financieras y también en motivos presupuestarios.

Colchones enrollados sobre las literas, oficinas vacías, tabiques desnudos: no falta sitio en la prisión de Norgerhaven, en el norte de los Países Bajos. Resuena el tintineo del manojo de llaves que cuelga de sus pantalones mientras Frank Hogterp, jefe de prisión, atraviesa los pasillos en dirección a la sala de actividades. “Una vez al día, los reclusos pueden venir aquí para ver la televisión, jugar al ping-pong o prepararse para comer”, explica. Tendrá que comunicarse con ellos en inglés: “Aquí no se habla noruego”, señala sonriendo, ya que, desde septiembre, las celdas vacías han sido atribuidas a 242 prisioneros noruegos.

Desde 2014, los Países Bajos han cerrado un total de 23 cárceles, reconvertidas en muchos casos en viviendas y en hoteles. No en vano, tiene la tercera tasa más baja de encarcelamiento de Europa... pero los datos aún asustan más.

Las condenas han bajado en un 27% en la última década pero, lo más sorprendente, es que no se produce por un cambio de la Justicia a la hora de mandar a la cárcel a los delincuentes, sino que en el mismo periodo de tiempo se han desplomado en un 40% el número de delitos cometidos. ¿Qué es lo que está sucediendo? No existe una explicación real, salvo dos conceptos: la legalización de las drogas y la reinserción, que ha provocado que los más proclives a reincidir no lo hagan.

 Decenas de cárceles han tenido que reinventarse como resultado de medidas alternativas para la reinserción social de los agresores. Otro de los sistemas que mejor está funcionando es el seguimiento electrónico que se aplica a los condenados por delitos menores: las personas pueden permanecer activas, pero localizadas, y contribuyendo al crecimiento del país. Mientras, otros criminales dedican determinadas horas de su día a trabajos sociales al servicio de la comunidad.

 Sin embargo, en algunos sectores de población existe cierto miedo, ante la posibilidad de que un paciente psiquiátrico no vuelva tras sus periodos de libertad condicional y pueda cometer un delito, como ocurrió en 2017, cuando uno de ellos violó y mató a una joven. En muchos casos, el paciente tiene fases en las que hace vida normal en la calle, como parte de esa reinserción, algo que no todo el mundo ve con buenos ojos. Pero lo cierto es que los resultados están ahí.

 Mucha gente tiene miedo a que esos presos en plena reinserción estén en periodos de libertad y que los aprovechen para volver a delinquir pero, evidentemente, esta no es la norma y, mirando los fríos datos, parece que el sistema neerlandés funciona, pero las dudas siempre están ahí. Sea como fuere, los Países Bajos parecen haber un encontrado un sistema de rehabilitación que funciona. Y, sorprendentemente, el número de delitos también ha bajado significativamente.

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