TRES AÑOS SIN DIEGO

Falleció a los 60 años tras una insuficiencia cardíaca crónica que derivó en un edema de pulmón, en su casa de Tigre.
El ícono nacional y mito mundial Diego Armando Maradona falleció un 25 de noviembre a los 60 años, y este sábado se cumplen tres años de su partida.
Diego marcó un antes y un después en la historia del fútbol mundial, que lo llevó a ser considerado por muchos "el mejor futbolista de todos los tiempos".
Nació el 30 de octubre de 1960 en el Policlínico Evita de Lanús, siendo el quinto hijo del matrimonio de Diego Chitoro Maradona y Dama Salvadora Tota Franco, que vivían en una casa muy humilde de Villa Fiorito.
Solo mencionar su nombre en cualquier rincón del mundo alcanza para que aparezca a su lado la palabra "Argentina" o "argentino", acompañada casi siempre del esbozo de una sonrisa, sin importar los estratos sociales, salvo algunos inmutables poderosos que tienen la risa trabada.
El 10 tuvo como bandera su pasión y su rebeldía, no solo en la cancha, sino también fuera de ella, porque simplemente era así, un hombre apasionado y rebelde, por lo que muchos lo halagaban y otros tantos se osaban de criticarlo.
Debutó en la primera división de Argentinos Juniors el 20 de octubre de 1976, en la cancha que hoy lleva su nombre y apellido, en pleno barrio de La Paternal.
A lo largo de su carrera, a fuerza de goles y habilidades místicas, consiguió récords e hitos y se fusionó a fuego con la Selección argentina.
El entrenador César Menotti lo dejó fuera del Mundial de 1978 y él, tal vez como revancha, ganó el Juvenil, hoy Sub 20, en Japón 1979.
Salió campeón con Boca. Pasó al Barcelona, donde tuvo hepatitis y le rompieron un tobillo. Se peleó con la dirigencia blaugrana y llegó a Nápoles, donde lo adoptaron como a su hijo predilecto y lo elevaron al nivel de San Genaro, el patrono de la ciudad. Desde 2020, el estadio napolitano también lleva su nombre.
Enfrentó las críticas e incluso las provocaba, les iba de frente. Vivió una vida de locura, presión y excentricidades, pasó del barro de Fiorito a la gloria, donde todavía sigue.
Marcó uno de los goles más hermosos de toda la historia del fútbol contra Inglaterra en México 86, el día del nacimiento del "barrilete cósmico", y dejó también el recuerdo de "La Mano de Dios", en un partido que era mucho más que "un partido".
Tuvo sus batallas con la FIFA. Despotricó contra la AFA. Defendió a los "jugadores de fútbol" y su figura siempre fue la de un líder natural, que como el Quijote, salió a pelearle a los molinos de viento, ya sea por el horario de un partido o por el dinero que les pagaban.
Alzó la Copa del Mundo en México 86 y lloró con la medalla de subcampeón colgando del cuello en Italia 90, porque también tenía ese don, el de saber llorar en tiempos difíciles.
Coqueteó con la droga. Fue suspendido por doping. Se peleó con la prensa. Confesó a los cuatro vientos su adicción y fue juzgado y sentenciado. Y también fue a la prestigiosa universidad de Oxford a hablar de "inspiración" y terminó haciendo "jueguitos" con una pelotita de golf, ante la ovación de toda la sala.
De Fiorito pasó a palacios de jeques árabes y estuvo con la realeza europea y de todas partes del mundo, que se morían por recibirlo.
En la vida terrenal, la sociedad muchas veces no le perdonó su autenticidad o su sinceridad para decir lo que pensaba o simplemente para hacer lo que deseaba.
Fue el creador de las frases más ingeniosas y populares que se recuerden: "La pelota no se mancha"; "Lástima a nadie"; "Al presi se le escapó la tortuga"; o "Segurola y La Habana", son utilizadas por miles de personas para ilustrar una situación.
Jugó en seis equipos; Argentinos Juniors, Boca y Newell´s Old Boys, todos en Argentina, Barcelona y Sevilla en España y Napoli en Italia. Marcó más de 358 goles en toda su carrera profesional y jugó más de 720 partidos oficiales.
Lo quisieron comparar con Pelé y le ganó una votación para ser elegido el mejor de todos los tiempos, pero pidió que dejen "tranquilo" a Lionel Messi cuando se lo ponía en su mismo sitial, y siempre lo defendió a muerte, cuando los criticadores habituales lo atacaban.
Se casó en el estadio Luna Park con su primera novia: Claudia Villafañe. Luego llegarían otras relaciones, Verónica Ojeda y Rocío Oliva, y también más hijos, Diego Junior, Diego Fernando y Jana.
Maradona fue nombrado en canciones, poemas, noticias, análisis, películas, reflexiones, edictos, expedientes y quedó inmortalizado en miles de tatuajes alrededor de Argentina y el mundo. Su apellido muchas veces se pasa por alto para ser reconocido simplemente como "Diego" o mejor aún "El Diego".
Un día le gritó un gol a una cámara de televisión con toda la rabia que podía y sentía. Días más tarde fue llevado al cadalso y a la crucifixión. "Me cortaron las piernas", fue su defensa cuando quedó fuera del Mundial 1994, el último que jugó.
El fallecido escritor uruguayo Eduardo Galeano, en su libro "A sol y sombra", graficó de manera magnífica ese momento: "Jugó, venció, meó, perdió. El análisis delató efedrina y Maradona acabó de mala manera su Mundial".
Le dijo a los argentinos que siempre iba a hacer todo "por la celeste y blanca" y cumplió. Contador de anécdotas. Personaje caricaturesco. Ídolo popular. Creador de ilusiones y malabarista de la vida.
Diego Armando Maradona tuvo una vida que ni él mismo soñó, y un 25 de noviembre de 2020 le tocó despedirse, tras una insuficiencia cardíaca crónica que derivó en un edema de pulmón, en su casa de Tigre, a los 60 años, cuando era entrenador de Gimnasia y Esgrima La Plata, último club que lo cobijó y le hizo sentir el amor por el fútbol argentino en cada estadio que piso.